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Del comercio electrónico al periodismo

El manejo de información relativa a los lectores que poseen los medios de comunicación aumenta día a día. Por lo que se torna indispensable que se aplique una protección de datos rígida y que genere confianza en los usuarios.

Las nuevas tecnologías han hecho que los medios tengan que adaptar sus formatos a la conocida como era de la información o era digital. Los consumidores demandan noticias que sean próximas a ellos, contadas de manera cercana y, sobre todo, esperan de sus diarios de cabecera una información adaptada a sus gustos. Tanto es así que un estudio del instituto Reuters asegura que los usuarios elijen leer información dependiendo de la relevancia que ésta tiene en sus vidas.

Para conseguirlo es indispensable que los medios manejen una gran cantidad de datos personales de sus lectores. Conocen sus gustos, sus inquietudes, lo que más les interesa, sus datos personales e, incluso, sus datos bancarios.

Jugar esta baza es vital para la supervivencia de los medios. Los datos, bien utilizados, permiten dar un servicio más personalizado al lector y adaptar mejor los contenidos a sus gustos. “Cada vez estamos más atentos a cómo se comportan los lectores, qué les interesa y cómo podemos ganarnos su fidelidad”, comentaba Cecilia Campell, de WAN-IFRA Suecia durante el congreso Claves 2020.

En esta nueva dinámica de trabajo es indispensable que se protejan los datos de nuestros lectores porque, de ser de otra manera, se perdería la confianza que éstos depositan en el medio.

Cabe recordar que los medios de comunicación conocen a la perfección lo que significa proteger datos ya que llevan años haciéndolo, especialmente los derivados de la garantía a la intimidad, derecho al honor y a la imagen. Con la entrada de las nuevas tecnologías y nuevos formatos han surgido también dos nuevos ámbitos que deben ser protegidos: la recopilación de información a través de cookies y la solicitud de formularios de membresía. En ambos casos se necesita el consentimiento explícito de los usuarios.

¿Cómo hacerlo? Con el RGPD, o lo que es lo mismo, el Reglamento General de Protección de Datos. Una norma europea relativa a la protección de datos que entró en vigor en 2016 y es de aplicación desde 2018. Hoy se conmemora su día en el marco europeo. Esta fecha, el 28 de enero, fue proclamada por la Comisión Europea, el Consejo de Europa y las autoridades de protección de datos con el fin de informar, y también concienciar, sobre la importancia que tienen los derechos y obligaciones de los usuarios de Internet.

Por ello se hace vital el desarrollo del RGPD que, aunque a priori parezca lleno de luces, también tiene sombras. La primera de ellas tiene que ver con las empresas y los ciberataques, puesto que, según un estudio realizado por Sophos, el 41% de las víctimas que sufren ciberataques confrontan también filtraciones de datos. Filtraciones que son castigadas por la ley. Las empresas saben que toda la información que manejan es confidencial y que deben protegerla. De hecho, el Código Penal recoge en su artículo 279 que se castiga hasta con 4 años de cárcel la difusión, revelación o cesión de un secreto de empresa. Da igual que se lleve a cabo por un trabajador o empresario.

Google ya recibió hace un año una multa récord de 50 millones de euros por incumplir el RGPD, concretamente por “falta de transparencia, información insuficiente y ausencia de consentimiento válido en la publicidad personalizada”. Una sanción que, sin duda, ha servido como ejemplo al resto de empresas.

Otro punto que genera dudas acerca de la ley es que la privacidad del procesamiento automatizado de datos personales que provienen del Internet de las Cosas (IoT), de los dispositivos móviles o de ordenadores portátiles, es algo muy difícil de anonimizar. El motivo es porque todavía hay empresas que  siguen obteniendo beneficios al usar la información de una persona, aunque no tenga su nombre adjunto. Además, existe un dilema de carácter ético: ¿Deberían los dispositivos que captan datos compartirlos en algún momento? Según la ley, la respuesta es no, pero ¿qué pasaría si esos datos pudiesen salvar una vida?

A nivel usuario, esta ley se concibió para que fuesen ellos quienes preservasen, controlasen y gestionasen sus datos personales en manos de las empresas. Sin embargo, hay voces que aseguran que, lejos de ser beneficiosa, el RGPD trae consecuencias negativas, como un menor acceso libre y universal a los servicios.

Por último, no podemos olvidar la velocidad a la que se producen cambios tecnológicos, la continua aparición de nuevos modelos de negocio o las innovaciones sucesivas sobre el almacenamiento de los datos. Cuestiones que hacen que la ley quede obsoleta a la misma velocidad que se producen estos cambios.