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El decálogo de Gabriel García Márquez para perfectas entrevistas periodísticas

Periodista durante toda su vida, Gabriel García Márquez rara vez publicó una entrevista. Le gustaba realizarla para luego crear una crónica o un reportaje más a fondo, pero nunca estuvo a favor de este género, menos desde que se utilizaban magnetófonos y ya no se usaba la memoria y los apuntes. Las pocas que llegó a publicar prefería denominarlas “conversaciones” para darles un enfoque diferente.

Sus verdaderos pensamientos sobre las entrevistas surgieron tras la publicación de Cien años soledad (1967), novela que lo catapultó a lo más alto y, con ello, la consiguiente persecución de los medios de comunicación. Según declaraba, concedía una media de doce entrevistas al año y con esa experiencia se dio cuenta de los defectos de los entrevistadores y de cómo decaía el género con los años.

Aquí os dejamos diez reflexiones del escritor colombiano sobre el género de las entrevistas:

  1. Entrevistas entre el amor y el odio.

“El género de la entrevista abandonó hace mucho tiempo los predios rigurosos del periodismo para internarse con patente de corso en los manglares de la ficción”, asegura García Márquez, para quien la mayoría de los entrevistadores “no han aprendido que las entrevistas son como el amor: se necesitan por lo menos dos personas para hacerlas, y solo sale bien si esas dos personas se quieren”.

  1. Contra la magnificación viciosa de la entrevista.

García Márquez asegura que “la grabadora es la culpable de la magnificación viciosa de la entrevista. La radio y la televisión, por su naturaleza misma, la convirtieron en el género supremo, pero también la prensa escrita parece compartir la idea equivocada de que la voz de la verdad no es tanto la del periodista que vio como la del entrevistado que declaró”.

  1. El periodismo NO es la entrevista.

“No es cuestión de imaginación sino una falla profesional importante el pensar que el periodismo es la entrevista”, declara el escritor.

  1. Hacia un manejo ético y profesional de la grabadora.

Para García Márquez, “el manejo profesional y ético de la grabadora está por inventar. Alguien tendría que enseñarles a los colegas jóvenes que la cassete no es un sustituto de la memoria, sino una evolución de la humilde libreta de apuntes que tan buenos servicios prestó en los orígenes del oficio. La grabadora oye, pero no escucha. Es fiel, pero no tiene corazón”

  1. Escuchando los latidos del corazón.

Asegura que “un buen entrevistador debe ser capaz de sostener con su entrevistado una conversación fluida y de reproducir luego la esencia de ella a partir de unas notas muy breves. El resultado no será literal, por supuesto, pero creo que será más fiel y, sobre todo, más humano”.

  1. Saber terminar una entrevista.

  Lo más difícil de una entrevista no es saber por dónde empezarla, sino dónde terminarla”, en opinión de Gabo.

  1. Entrevistas que se redactan como poemas.

Según García Márquez, “la mayoría de los periodistas ponen a funcionar la grabadora y piensan que el respeto hacia la persona interrogada consiste en transcribir palabra por palabra lo que ha dicho. La grabadora debería servir únicamente para reunir los elementos que el periodista seleccionará después e interpretará a su manera. En ese sentido, es posible realizar una entrevista de la misma manera como se escribe una novela o un poema”.

  1. El resfriado de Frank Sinatra.

“La mejor entrevista que he leído en mi vida fue la que trató de hacerle Gay Talese a Frank Sinatra”, recuerda el escritor colombiano. A Sinatra no se le ocurrió nada mejor que enfermarse y durante una semana canceló encuentro tras encuentro. “Éso es la entrevista de Talese: la historia de cómo no pudo entrevistarlo durante toda esa semana”, recalca el escritor.

  1. Los miedos de entrevistador y entrevistado.

Afirma García Márquez que “hay entrevistadores de diversas clases, pero todos tienen dos cosas en común: piensan que aquella será la entrevista de su vida, y están asustados. Lo que no saben (y es muy útil que lo sepan) es que todos los entrevistados con sentido de la responsabilidad están más asustados que ellos”.

  1. La trascendencia de las pequeñas cosas.

“La entrevista tiene una desventaja: cualquier cosa que no sea trascendental para arreglar el mundo se considera frívola . Y creo que esto viene de la radio y de la televisión”, concluye.