La gran ‘infodemia’: los peligros de la monetización de la ‘fake news’
En un discurso pronunciado en la Conferencia de Seguridad de Múnich el pasado año, el Director General de la Organización Mundial de la Salud (OMS) señaló que “las noticias falsas se propagan más rápido y más fácilmente que el COVID-19 y son igualmente peligrosas”. De hecho, estamos en medio de lo que la OMS llama una infodemia: “demasiada información, incluida información falsa o engañosa en entornos digitales y físicos durante un brote de enfermedad”.
Por esta razón, distintos expertos apuntan a la creación de un impuesto basado en el contenido sobre los ingresos de la publicidad digital para evitar la monetización de las noticias falsas, tanto por parte de los creadores como de las plataformas.
La difusión de información errónea y desinformación, especialmente online y en redes sociales, ha acrecentado las dudas sobre la vacuna del COVID-19 y ha puesto en duda el uso de mascarillas, poniendo en riesgo millones de vidas. Una encuesta reciente de YouGov concluyó que “uno de cada cinco estadounidenses cree que el Gobierno de los EEUU. está usando la vacuna COVID-19 para colocar un microchip en la población”, mientras que “el 90% de los que rechazan la vacunación temen los posibles efectos secundarios de la vacuna más que el del COVID-19 sí mismo”.
La monetización de las redes sociales.
Para abordarlo, el periodista de investigación de Bruegel.org Georgios Petroulos, ha publicado un artículo en el que nos sugiere que “primero debemos comprender el modelo comercial de las plataformas de redes sociales y el ciclo de monetización del contenido en que se basan las noticias falsas. Reducir los incentivos monetarios para la creación y propagación de dicho contenido es la mejor manera de salvaguardar la verdad y proteger vidas humanas, respetando la libertad de expresión”.
En redes sociales, cualquiera puede ser una fuente de información, expresar sus puntos de vista o reaccionar a los puntos de vista de los demás. El alcance de las redes sociales ha llevado a un mundo interconectado donde las opiniones, las ideas y la información se difunden más allá de las fronteras. Y también ha conducido a un aumento de nuevas oportunidades para que las personas atraigan la atención de los usuarios a través de la creación de contenido y obtengan recompensas monetarias por la publicidad online.
Las redes sociales operan con sistemas algorítmicos potenciados por Inteligencia Artificial y tecnologías de aprendizaje automático para evaluar los antecedentes y el perfil de los usuarios a partir de la información que proporcionan a la plataforma: contenido de publicaciones, likes, reacciones y respuestas a otras publicaciones. Para el periodista de Bruegel.org, “les permite ofrecer servicios personalizados al hacer coincidir a cada individuo con contenido específico con el que es más probable que vean e interactúen. Al mantener a los usuarios durante más tiempo, las redes sociales aumentan sus ingresos por publicidad. Y los creadores de contenido también se benefician de la personalización al vender anuncios con su contenido”.
Una relación personalizada y eficaz entre los usuarios y el contenido significa que a medida que más usuarios se sienten atraídos por el contenido, los creadores obtienen mayores recompensas monetarias de los anuncios online. Por lo general, esta recompensa es una participación minoritaria fija de los ingresos publicitarios totales de la plataforma de ese contenido específico.
La rentabilidad de las noticias falsas.
Lo que es peligroso es que estas noticias falsas, insiste Petropoulos, “pueden ser más efectivas para atraer la atención y, por lo tanto, más rentables que los hechos. Las personas con opiniones fuertes y sesgadas tienen más incentivos para ver contenido ideológico similar. Y el valor que obtienen se refuerza cuando se encuentran e interactúan con otros usuarios con puntos de vista similares”. El incentivo para proporcionar historias que coincidan con su ideología, a su vez, estimula a estos usuarios a involucrarse más, en un círculo vicioso que aumenta la probabilidad de un efecto de bola de nieve: que las publicaciones basadas en noticias falsas, con ideas y opiniones específicas, a menudo radicales, se están volviendo muy prominentes y con una velocidad que no permite evaluar su validez.
Un estudio reciente concluyó que las noticias falsas tienen un 70% más de probabilidades de ser retuiteadas y se difunden de 10 a 20 veces más rápido que la verdad. Por lo tanto, es más probable que vender anuncios que contengan noticias falsas atraiga a un gran número de espectadores y que los creadores de contenido ganen miles de dólares, y las plataformas también obtienen una recompensa sustancial de los anuncios relacionados con noticias falsas.
Para abordar la desinformación relacionada con problemas de salud pública, según concluye el periodista de Bruegel.org, “necesitamos desarrollar nuevas medidas de acción política. Una forma es dificultar la difusión de noticias falsas, que ya se ha intentado sin éxito. Aunque se han logrado algunos avances a medida que plataformas como Facebook comenzaron a proporcionar etiquetas de verificación de la verdad en las publicaciones y a eliminar las noticias falsas sobre las vacunas COVID-19 bajo la presión de la Administración estadounidense”. En muchos casos, se han cuestionado las medidas concretas impuestas y su efectividad es dudosa porque pese a que se han identificado algunos de los super difusores de fake news relacionados con las vacunas COVID-19, “aún pueden continuar con sus actividades rentables en las redes sociales. Pero un dato importante es que estas medidas fueron decididas por las propias plataformas, a pesar de lucrarse gracias a las noticias falsas, por lo que esto claramente sugiere un conflicto de intereses”, reconoce Petropoulos.