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Martha C. Ramos, directora nacional de Organización Editorial Mexicana

El World Editors Forum (WEF) es la comunidad global de editores de medios de información, un organismo dependiente de WAN-IFRA e integrado por directivos de las principales publicaciones del mundo.

“Una voz determinante en defensa de la libertad de expresión, fundamental en estos tiempos que suponen un desafío para el periodismo”. Así es como lo define su nueva presidenta, Martha C. Ramos, directora nacional de Organización Editorial Mexicana (OEM), la empresa mexicana más grande de medios impresos y la mayor empresa periodística de América Latina. Ha sido miembro activo de la junta del WEF desde 2017 y ha contribuido al establecimiento de la iniciativa Women in News de WAN-IFRA en LATAM.

Lleva 35 años de carrera periodística, primero en El Universal, donde llevó a cabo la transformación tecnológica, desde el fax hasta la paginación digital y los sitios web, después en varios portales de noticias y, finalmente, en OEM, para liderar la transformación de una editora de 44 periódicos diarios y 43 portales de noticias. AMI ha hablado con ella para que nos comparta algunos de los desafíos que tendrá que abordar como presidenta de un foro fundamental para el futuro de los medios de información.

_¿Qué supone esta presidencia y cuáles son los principales retos que se le plantean? Ha comentado en su discurso que estamos ante un momento importante para que los editores se unan y se apoyen mutuamente ante retos sin precedentes.

Es una tarea fascinante. Imagina presidir a un grupo de editores de los que más bien quisieras aprender. Permite dar forma y encaminar iniciativas como World News Day, proponer a periodistas destacados para el máximo premio que otorga WAN-IFRA, y levantar la voz cuando hay situaciones de alerta contra el desempeño periodístico en el mundo. Tristemente, esto cada vez es más frecuente.

Los medios estamos viviendo una crisis desde el inicio de este siglo que cada vez es más compleja. Es la a crisis de modelo de negocio, pero también la baja credibilidad de los lectores y, por supuesto, sobre todo después de la pandemia, la crisis económica. La WAN aborda estos temas y el Foro los analiza a profundidad.

El trabajo periodístico es fundamental para el desarrollo de un país. Hay que hacerlo en conjunto, trabajar entre varias firmas editoriales proyectos que nos permitan impulsar investigaciones de gran calado, pero también financiar iniciativas tendientes a acercarnos más a la ciudadanía. Creo que el Foro es una gran oportunidad.

 _También ha abogado por promover temas tan importantes como la evolución en las redacciones, la inclusión de la mujer en los puestos de decisión y la seguridad de los reporteros en su trabajo cotidiano. ¿Cómo podemos conseguirlo? ¿Tenemos las armas para hacerlo?

Bueno, para cambios como estos la principal arma es la voluntad, pero con voluntad solamente no se llega muy lejos. Hay que impulsar leyes nacionales y acuerdos internacionales que garanticen el libre ejercicio de nuestra profesión sin que eso signifique arriesgar la vida.

Hay que insistir una y otra vez en la necesidad de integrar mujeres en todos los niveles de operación, diría yo, en la misma proporción en que hay mujeres en la sociedad para la que servimos. En México somos el 52% de la población. Entre medios de comunicación, según datos que acaba de revelar el Instituto Reuters, sólo el 5% tienen mujeres en puestos directivos.

 _¿Cómo podemos utilizar la digitalización para crear un periodismo de mayor calidad, que logre vencer las fake news y que refuercen la credibilidad actual de los medios?

La evolución de las redacciones ha ido muy aparejada a la evolución de la tecnología. Creo que a veces de más, es decir, que nos preocupa más dominar la tecnología que la calidad periodística. Y los lectores nos lo han hecho saber, consultando cada vez menos los medios. La evolución de las redacciones tiene que ir dirigida a atender y ganar la confianza de los lectores, con el mejor uso de la tecnología. Y hablo de lectores refiriéndome a consumidores de información, televidentes, cibernautas, radioyentes y cualquier tipo de público.

Tristemente con el desarrollo de la tecnología se ha sofisticado la propagación de noticias falsas, a veces como un ejercicio de ocio, pero a veces como verdaderas armas de propaganda política. Yo estoy cierta que en nuestra redacción invertimos más tiempo en verificar información que en generar nuevas líneas de investigación.

Para mí, la solución (que no la erradicación, porque no va a suceder) no está en combatir a quienes desarrollan esas noticias falsas, sino en orientar a quien las consume. Cómo hacemos que, al menos, duden de lo que leen y que sea una práctica común verificar las fuentes de donde sale la información. Hay varias soluciones parciales, pero la gran respuesta está en la escuela. Quizá nosotros no, pero las niñas y los niños dominan la tecnología, están expuestos a ella desde sus primeros años. A este grupo es al que hay que orientar y educar para saber navegar en la WWW, hay que enseñarles a dudar sobre lo que ven y sobre prácticamente todo.

_¿Hasta qué punto los gigantes tecnológicos con sus enormes plataformas pueden ser una oportunidad (o una amenaza) para el periodismo?

Creo que los medios ubicamos mal al enemigo, pero fue parte del aprendizaje. Hay una confusión de términos, no es lo mismo comunicar que informar. Todos podemos decir que algo está pasando, pero sólo los reporteros experimentados saben explicar el qué, el cómo y el porqué. No es lo mismo el trabajo de profesionales dedicados a procesar información e interpretarla, que lo que se ve a primera vista y se difunde. Los gigantes tecnológicos apoyan más a los segundos porque la relación es otra… Tú, usuario, diviértete, usa mi herramienta y gana algo por ello.

Nosotros, los medios, metemos en la fórmula elementos más complejos, como la ética periodística, reglas de competencia, verificación de datos, exclusividad y manejo del lenguaje.

Considero que no hemos sabido entendernos, y ahí perdemos más nosotros que los gigantes tecnológicos, sólo por el tamaño de cada uno. Falta andar camino.

_En el mundo del periodismo hemos vuelto a vivir una guerra en territorio europeo, que está poniendo a prueba el funcionamiento de la prensa de calidad. ¿Cómo estamos respondiendo ante este reto desde los medios de información?

 Quizá muchos difieran, pero cubrir esta guerra, más focalizada en términos geográficos, es mucho más complejo que cubrir la Segunda Guerra Mundial. Entonces los medios eran el único canal por donde se difundía lo que acontecía. Hoy no. Es muy probable que un medio se entere primero de un suceso vía TikTok que por su corresponsal. Esto obliga a un tratamiento más detallado y cuidadoso de la información. Nos reta a nuevas narrativas, nuevos formatos, nuevos canales. A la postre ganamos, pero en tiempo real es sumamente desgastante.

_Su país, México, ha sido, durante el último año, un auténtico polvorín para los periodistas, con una veintena de asesinatos en numerosos estados del país. ¿Cómo podemos entre todos vencer esta lacra y, por supuesto, cómo se puede combatir desde el mundo de los medios de información?

El mayor problema, que tenemos perfectamente identificado, es la impunidad. Más del 95% de los casos de periodistas asesinados en México quedan impunes. Quizá averiguamos quién fue el que apretó el gatillo, pero no quién lo ordenó. Suponemos que no hablamos sólo de crimen organizado, sino de gente en gobiernos a todo nivel. Pero lo suponemos. Si matar a un periodista no tiene consecuencia, es una solución más barata que tratar de dialogar con él e incluso intentar corromperlo.

Combatir la impunidad es el primer gran paso para vencer esa tendencia tan terrible. En México los números son alarmantes, pero tristemente el nivel de impunidad en el resto de América Latina no varía mucho. Y ahora se suma un factor tóxico, como es el discurso desde las altas tribunas de los gobiernos golpeando, insultando, demeritando y acusando a periodistas y medios.

En nuestra región, en el último par de años, no sólo hemos visto asesinatos, sino que hemos visto la destrucción de empresas completas, incautación de bienes, encarcelamiento, expulsión e, incluso, el retiro de su nacionalidad. De ese tamaño es el problema.

*Foto de Daniela Bermúdez (WAN-IFRA)