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libertad de prensa

Se suceden las amenazas y presiones a periodistas independientes que trabajan en el centro y este de Europa. El periodismo libre está bajo el yugo de ciertos gobiernos corruptos y de mafias de crimen organizado que pretenden acallar la libertad de prensa en algunos países.

Practicar un periodismo de calidad, con libertad y fiel a la verdad puede llegar a ser una de las profesiones más peligrosas en ciertos países del mundo. No nos extrañamos cuando sentenciamos esto en países como Méjico, China, Somalia o Siria. Son países cuyos conflictos, ya sean bélicos o armados debido a mafias, cárteles de drogas o crimen organizado, son vox pópuli.

En Claves 2020 tuvimos el privilegio de conocer de primera mano cómo vive un periodista mejicano. Adrián López, director del Grupo Noroeste, nos estremeció con su relato de amenazas, asesinatos, secuestros y torturas. Todo por defender un periodismo de calidad en el que se contase la verdad de lo que ocurre en la ciudad de Culiacán Rosales y su estado Sinaloa. Sin censuras gubernamentales ni noticias publicitadas por las mafias de la droga, pero con mucho miedo.

La misma estremecedora historia nos contarían muchos otros periodistas que, fieles a lo que la palabra periodismo significa, se la juegan en muchos países para hacer llegar la verdad de muchos temas a su público.

Sin embargo, no tan lejos de España también se sufre esta escalofriante situación. El centro y este de Europa están padeciendo en los últimos años un asalto al periodismo. Los profesionales que trabajan en países como Polonia, Hungría o Montenegro soportan obstrucción, hostilidad y violencia.

Y lo hacen fundamentalmente por dos frentes: los gobiernos corruptos y las mafias de crimen organizado. Prueba de ello es el juicio que se está celebrando estos días a causa del asesinato del periodista Jan Kuciak y su prometida. Kuciak se encontraba investigando los vínculos de la mafia con ciertos miembros de la cúpula del gobierno cuando lo mataron.

Pero éste no es un caso aislado. Ya son tres los periodistas asesinados por denunciar a gobiernos corruptos y destapar mafias en Europa en los últimos tres años. Estos crímenes ponen de manifiesto las presiones y amenazas que sufren los periodistas de investigación en nuestro continente.

Recientemente también hemos conocido que los periodistas de la agencia Sputnik, en Estonia, recibieron cartas del Departamento de Policía y Guardia de Fronteras con amenazas directas para que dejasen de trabajar en el medio.

Crece la inseguridad en países demócratas. Ya sucede en otros países. En India por ejemplo, país más longevo en el que se disfruta la democracia, mueren una media de 11 periodistas ejerciendo su trabajo al año. Algo que nos demuestra que todos países necesitan vigilancia.

¿Cómo podemos revertir esta situación? ¿Qué debemos hacer para que los periodistas puedan ejercer su profesión de manera libre? Primero de todo reconocer las presiones a las que este colectivo se enfrenta. No se puede mirar para otro lado. La sociedad al completo, líderes políticos incluidos, han de sumarse a esta denuncia. Además, se han de subrayar los factores que impiden ejercer un periodismo independiente: corrupción, violencia, política. Por último, la sociedad tiene que exigir un periodismo de calidad. No puede pagar por otra cosa. De hacerlo estaría colaborando con un entresijo en el que el impere el ocultismo.

No podemos olvidar el papel que el periodismo juega en la sociedad: es fundamental para conocer el pasado, registrar el presente y esbozar el futuro y , además, contribuye a que la población tome una posición definida ante los acontecimientos. Nos ayuda a tener conciencia, a ser más libres y, en definitiva, ser mejores.