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La vuelta de los talibanes a Afganistán puede velar de nuevo el ejercicio del periodismo

Tras la victoria talibán en Afganistán con la toma de las principales ciudades del país, precipitada por la salida de las tropas estadounidenses tras 20 años de presencia y salvaguardia y la huida del presidente para “evitar un enfrentamiento civil”, son muchas las voces desde el mundo del periodismo que alertan sobre la vuelta al oscurantismo y a la casi imposibilidad de poder informar de la realidad que allí ocurre. Y, obviamente, sobre el papel de la mujer en el conflicto.

La democracia afgana, que ha imperado en el país protegida por tropas occidentales desde el 11S, ha pasado a la historia, al menos desde el punto de vista del periodismo. Si bien, la llegada del líder talibán a la capital ha sido una sorpresa positiva, con un ejercicio de relaciones públicas inusitado en comparación con el régimen anterior islamista, en formato de rueda de prensa.

El portavoz del grupo, Zabihullah Mujahid, ha sido el encargado de tranquilizar, interna y externamente, acerca de las intenciones en las próximas fechas. Ha reiterado la concesión de una amnistía general, ha asegurado el respeto hacia los derechos de las mujeres en el marco del Islam, con reglas “según la sharia”, y ha insistido en que no se albergará en territorio afgano a grupos terroristas que puedan amenazar a otros países.

Esa imagen de moderación del nuevo poder afgano cara a la comunidad internacional de momento no se ha trasladado a los periodistas, que temen una vuelta al siglo pasado. Así, el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ) recibió ayer, según informa Associated Press, varios centenares de solicitudes de ayuda para salir del país por parte de periodistas en Afganistán, que trabajan para organizaciones de noticias locales e internacionales.

Como afirma María Salazar-Ferro, directora de emergencias de la organización, el CPJ trabaja junto al ejército de Estados Unidos y gobiernos relevantes como Canadá, Francia, Alemania o Reino Unido para buscar lugares de aterrizaje para algunos de estos periodistas y sus familias. Pero no será fácil. Ya se han podido ver imágenes de desesperación por parte de afganos, rebosando aviones militares o precipitándose al vacío tratando de huir en aeronaves civiles.

El temor de las periodistas con la llegada del nuevo régimen

Y, especialmente, las periodistas, tanto afganas como las que trabajan en el país como corresponsales, temen restricciones talibanas. Una de ellas es la norteamericana Lynsey Addario, que ha trabajado en Afganistán como periodista gráfica durante dos décadas, y que le ha contado al diario El País cómo se arriesgan a perder todo lo ganado en cuanto a libertad y derechos en estos años.

Pero no ha sido la única. Muchos hemos podido ver a la periodista de la CNN Clarissa Ward mostrarse con el pelo completamente cubierto y abbaya en las calles de Kabul, horas después de la llegada de los talibanes a la capital. Una profesional que no ha dudado en denunciar en sus redes sociales la falta de libertades y de igualdad de género en el país tras la caída de Kabul en manos de los talibanes.

Y, sobre el terreno, los primeros testimonios llegados de Afganistán hacen temer lo peor. Muchas mujeres periodistas se escondieron después de que se les dijera que volvieran a casa cuando Kabul fue tomada por el grupo armado, tal y como informa Euronews. “Estoy muy, muy triste, lloro con todo el dolor de mi corazón por las mujeres afganas”, dijo una periodista al medio, de forma anónima por temer por su seguridad. “Las mujeres afganas no seremos libres”, afirmó, subrayando que, bajo los talibanes, no podrán trabajar ni recibir educación. “Los talibanes apedrearán a las mujeres, a los periodistas y a los activistas civiles”, advirtió.

Veremos en las próximas semanas cuál es la actuación del nuevo régimen afgano de cara no sólo a la sociedad y a la comunidad internacional, sino también desde el punto de vista del periodismo. Desde la Asociación de Medios de Información siempre estamos al lado de la democracia y del ejercicio libre de la profesión de periodista en todos los países del mundo.